Este año no puedo evitar pensar que he echado todo a perder, creer que sería el rey del mundo y sólo me quedo, maltrecho de corazón y mente en el mismo rincón de siempre, aislado de la libertad, de la independencia moral, vital...Algo que sólo la música puede calmar y que me convierte en una suave pluma que fluye por el ambiente, subiendo y bajando, congelando todo a mi paso y al segundo...que todo estalle, la risa, la alegría, la felicidad, el amor...¿Para qué más? No necesitamos más que eso, amor, risa, alegría, etc. El amor, nos convierte en víctimas de nuestra propia inocencia, de nuestra insaciable venda cegadora que nos hace perder la objetividad, lo que deteriora el corazón y la mente. ¿Conocéis la sensación de que cada vena, cada fibra de vuestro cuerpo al ritmo de cada bombeo se inunda de sangre, os activa y acaba en un impulso que convierte vuestro cerebro en una inútil aglomeración de materia gris que sólo desea verla, abrazarla, besarla,hacerla reír...? Yo por esa sensación no duraría ni un segundo en provocarla, en buscarla en querer que ocurra, ya que sentado nunca va a ocurrir. Hace tanto que no escribo, un año, tan grande, tan lejano y a la vez tan feliz en aquel 20 de mayo de 2013 en el que cree la mejor muestra de amor, plasmada en un poema que es suyo, para siempre, escrito tal y como lo sentí, además se lo escribí sobre la marcha, no tiene ningún mérito ya que es lo que siento. Volviendo a las reflexiones anteriores y que llevo un año sin escribir, esto es un preámbulo de lo que viene que no es más que una tormenta de Oriente y refrescante felicidad y cambio.
