lunes, 3 de diciembre de 2012

Alma de un viajero

Sentimientos que hacen de mi lo que soy, un alma libre, inconquistable. Soy el Mustang, que corre, atravesando el campo de hierba fresca, verde, lleno de vida. Me detengo solo para admirar la hermosura que me rodea, la vida que me llena y la noche mas serena.
Por la mañana, después de disfrutar aquel lugar, me dispongo a seguir el rumbo del viento, viento que agita las ramas y las hojas de los árboles, que bailan al son de sus corrientes; alma del viajero. El camino es largo, pero estoy empeñado, en que mis piernas no se cansarán, que nunca pereceré, que nunca dejaré de ser como ahora, libre.
 Sigo mi destino, sin rumbo establecido y noto un peso, una hermosa Golondrina se ha posado en mi lomo, me acompaña, me acaricia y, en las dulces noches, me hace compañía. Esa noche es la mas oscura, la mas ténebrosa de todas, pero a su lado, la escarcha, mis músculos fríos, las estalacticas colgando de mi nariz, no hacen que deje de mirarla y protegerla, agarrada a mi cuello me susurra. "Te quiero". En ese momento, nuestros ojos se cierran y la nieve comienza a caer sobre nosotros, cubriendo nuestros cuerpos, congelando nuestros músculos, nuestra piel, pero dejando nuestro corazón latente.
 El final se acerca, pero no me preocupa, he vivido, he sido libre y ahora, perezco a su lado, al lado de la Golondrina, el viento de mi vida. El alma de un viajero.


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