sábado, 1 de diciembre de 2012

Desdicha nocturna

Aquí me encuentro, reunido delante del ordenador, sientiendo las frías teclas en mis dedos calientes, llenos de creatividad, inquietos. Hoy mas que nunca reflexiono sobre mi conducta. ¿Querer o poder? Muchas veces la mente nos juega malas pasadas, crean una orgía de reacciones químicas que nos confunde, pero ¿De verdad queremos o simplemente es la posibilidad de tener aquello que anhelamos lo que nos lleva a insistir? Mi respuesta es sencilla; todos necesitamos un ápice de cariño, una fuente de confianza que nos lo aporte. Mi necesidad llega desde el mas intenso de los abrazos, abrazos que hacen que uno solo quiera permanecer con esa persona para siempre, a querer que las almas de los dos bailen alrededor de un fuego intenso, entrelazando sus estelas y dejando al placer actuar. Mi mayor inquietud es esa, pues en estas frías noches de otoño, mientras las hojas caen y la escarcha cubre todo, sólo quiero eso, cariño. El cariño no siempre debe ser aportado por una pareja sentimental o sexual, pues hay diferentes formas de cariño sólo se necesita una conversación cálida, intensa y, en la que la confianza sea plena. Todo esto no es mas que un juego de experiencia. Esta experiencia lo que provoca es el cambio de humor, derritiendo el hielo de tu necesidad, dejandola a la luz, o congelando tus sentimientos en un bloque protegido por una capa de amor propio.

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