sábado, 8 de diciembre de 2012

Veinte veces te olvido

Este poema significó un antes y un después en mi inmadura mente, en mi agrietado corazón, en la vida ociosa que me he labrado durante los años, conscientes, de mi existencia. El alcohol y las drogas no resolvieron nada, la lectura, el consejo, la amistad y sobre todo la distracción, sea cual sea, es la mejor de las curas. Y la principal, sin duda alguna, es el tiempo, el mayor de los médicos, psicólogos, y otras consagradas profesiones de curanderos. Sin su ayuda, su infinidad, su linealidad, no sería posible nada; es un concepto que todo lo abarca. Ahora no queda mas que el olvido, el cambio, el exilio, ya sea mental o físico, que nos llevará a olvidar y curarnos, o no. Lo que si que sabemos es que en el mas oscuro rincón de nuestra mente siempre estará presente, aquello que dejamos de ansiar en algún momento de la inmensidad de nuestro tiempo.
Este poema se lo dedico al amor y al olvido que lleva consigo. "Si no se valora, no se merece"


Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: «La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos.»

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario